
El equipo económico de Sergio Massa y el Banco Central debaten iniciativas que podrían anunciarse en las próximas horas. La crisis económica vuelve a quedar en medio de las peleas internas del oficialismo por la inflación y el acuerdo con el FMI.
El Gobierno debate inminentes anuncios de medidas para tratar de bajar la inflación y evitar que los coletazos de la crisis financiera internacional afecten al sistema bancario y sistema financiero argentino, en medio de las internas entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner por la definición de las candidaturas de cara a la sucesión presidencial.
Con el presidente Alberto Fernández de reposo en la residencia de Olivos, y su salud afectada por una dolencia de columna, en la Casa Rosada quedó al frente el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que mantuvo un hermético silencio sobre los coletazos que puede generar la crisis financiera internacional, aunque dejó una autocrítica por la nueva disparada de la inflación.
La seguidilla de críticas kirchneristas mostraron esta semana una ruptura total entre el presidente y la vice, con un Alberto Fernández cada vez más solo.
Apenas un puñado de ministros y funcionarios salieron en los medios a responder los embates de Cristina Kirchner y de La Cámpora. Aníbal Fernández y Agustín Rossi, con distintos estilos, llevaron la delantera.
Desde el kirchnerismo, pese a las críticas al presidente y al acuerdo con el FMI, sostienen y elogian a Massa. No solo posible candidato, sino porque necesitan llegar «competitivos» a las elecciones y garantizar un proceso medianamente ordenado -sin crisis social ni política- para el traspaso del mandato, el 10 de diciembre, cuando se cumplan 40 años de democracia.
Las medidas que analiza Economía
El paquete sería inminente y en el Gobierno hablan de anuncios en los próximos días, incluso arriesgan que podrían concretarse antes que termine la semana.
¿Qué medidas analizan para frenar los «aspectos inerciales de las altas tasas de inflación”? preguntó A24.com a fuentes del gobierno que evitaron precisar medidas concretas por obvias razones.
El presidente del Banco Central, Miguel Pesce – un sobreviviente del primer gabinete designado por Alberto Fernández desde que asumió el gobierno en diciembre de 2019- evaluaba con el equipo económico posibles medidas a tomar.
Aunque guardaban los anuncios bajo 7 llaves, entre los posibles anuncios trascendió que el debate interno se centraba en una nueva suba de la tasa de interés para aplacar los efectos de la «inercia inflacionaria» y de la crisis financiera internacional que pegó a las acciones y a los tipos de cambio financieros CCL y MEP que el Gobierno impuso como herramientas para contener el cepo cambiario alineado al resto de las variables en el marco del acuerdo ratificado esta semana por la refinanciación de la deuda con el FMI.
El dato que más preocupó al gobierno fue, justamente, la suba de la inflación núcleo, que pasó de 5,4% en enero a 7,7% en febrero.
La inflación núcleo es tomada como ancla de la inflación, por la autoridad monetaria, porque es la que mide la evolución de los precios despejando factores estacionales y que por su composición tiende a sostenerse con menos volatilidad en el mediano plazo. Sus movimientos ofrecen una mayor certeza de cómo es la inercia inflacionaria.
Por ese dato, el Banco Central analizaba rever su política monetaria para cumplir con el FMI. Entre las medidas, podrían a dar a conocer, según versiones que circularon en las últimas horas, se habla de un aumento de la tasa de interés de referencia –actualmente en 75%-.
El Banco Central mantiene desde hace seis meses su tasa de política monetaria en 75%. La última corrección fue el 15 de septiembre de 2022 cuando la elevó desde el 69,5% previo.
Desde esa fecha pudo sostenerla por la desaceleración inflacionaria de noviembre y los resultados de diciembre y enero, meses en los que la inflación núcleo se había mantenido en parámetros consistentes con la política monetaria. Pero esta brusca variación le quita margen de maniobra al BCRA que tiene que cumplir con el acuerdo con el FMI de sostener «tasas positivas» de interés como una de las herramientas para frenar la inflación.
El problema es que una medida de ese tipo podría ser rechazada por sectores del kirchnerismo que reclaman medidas pro activación del mercado interno, no recesivas, como sería una nueva suba de las tasas de interés. Durante muchos años fue política del kirchnerismo una tasa de interés real negativa (por debajo de la inflación) y aumentos salariales por decreto, para incentivar el consumo interno.
Pero el acuerdo con el FMI obligó al gobierno a romper este paradigma, exponiéndose a que el encarecimiento del crédito, planche el consumo, y frene aún más la producción y la creación de empleo. Estanflación, es el escenario más temido según admitió en uno de sus últimos discursos la vicepresidenta Cristina Kirchner.
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